Abominan la guerra con todo corazón. La consideran bestial, aunque ninguna bestia recurre a ella con tanta frecuencia como el hombre
En otras repúblicas todo el mundo sabe que si uno no se preocupa de sí se moriría de hambre, aunque el Estado sea floreciente. Eso le lleva a pensar y obrar de forma que se interese por sus cosas y descuide las cosas del Estado, es decir, de los otros ciudadanos. En Utopía, como todo es de todos, nunca faltará nada a nadie mientras todos estén preocupados de que los graneros del Estado estén llenos. Todo se distribuye con equidad, no hay pobres ni mendigos y aunque nadie posee nada todos sin embargo son ricos. ¿Puede haber alegría mayor ni mayor riqueza que vivir felices sin preocupaciones ni cuidados? Nadie tiene que angustiarse por su sustento, ni aguantar las lamentaciones y cuitas de la mujer, ni afligirse por la pobreza del hijo o la dote de la hija. Afrontan con optimismo y miran felices el porvenir seguro de su mujer, de sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y de la más dilatada descendencia. Ventajas que alcanzan por igual a quienes antes trabajaron y ahora están en el retito y la impotencia como a los que trabajan actualmente.....
¿No es injusta una sociedad que se vuelca con los llamados nobles, los manipuladores y los traficantes de cosas inútiles, aduladores y perezosos? Por el contrario deja en el olvido a los labradores, los carboneros, los braceros, - caballerizos y obreros sin cuyo trabajo no puede subsistir la república ni obtenerse bien alguno. ¿No es injusto abusar de su trabajo cuando están en pleno vigor y cuando el peso de los años, las privaciones y la enfermedad cae sobre ellos, condenarles a una muerte miserable sin tener en cuenta sus muchos desvelos y trabajos? ¿Qué podemos pensar de esos ricos que diariamente expolian al pobre? En realidad lo hacen al amparo, no de sus propias maquinaciones, sino amparándose en las mismas leyes. De esta manera, si antes parecía una injusticia no recompensar debidamente a quienes lealmente lo habían servido, estos tales se han ingeniado para sancionar legalmente esta injusticia con lo que la república viene a ser más aborrecida....
Pero estos hombres despreciables que con su rapiña insaciable se apoderan de unos bienes que hubieran sido suficientes para hacer felices a la comunidad, están bien lejos de conseguir la felicidad que reina en la república utopiana. Allí la costumbre ha eliminado la avaricia y el dinero, y con ellos cantidad de preocupaciones y el origen de multitud de crímenes. Pues todos sabemos que el engaño, el robo, el hurto, las riñas, las reyertas, las palabras groseras, los insultos, los motines, los asesinatos, las traiciones, los envenenamientos son cosas que se pueden castigar con escarmientos, pero que no se pueden evitar. Por el contrario las elimina de raíz la desaparición del dinero que elimina al mismo tiempo el miedo, la inquietud, la preocupación y el sobresalto. La misma pobreza que parece que se basa en la falta de dinero, desaparece desde el momento en que aquel pierde su dominio...
Quiero poner esto en claro con un ejemplo que vamos a examinar. Pensemos en un año malo y de poca cosecha en el. cual han perecido de hambre miles de hombres. Estoy seguro que, si al cabo de esta catástrofe se abren los graneros de los ricos, se encuentra en ellos tanta cantidad de grano que si se hubiera repartido entre todas las víctimas de la peste y el hambre no se habría enterado nadie de los rigores de la tierra ni del cielo. Nada más sencillo que alimentar a la humanidad. Pero el bendito dinero, inventado para lograr más fácilmente el camino del bienestar, es el cerrojo más duro que cierra la puerta del mismo.
Mucho me alegra que esta forma de gobierno que yo quisiera que la tuvieran todos, la hayan conseguido al menos los utopianos. Basados en las instituciones que he descrito han fundado una república que se desarrolla no sólo prósperamente sino que, en cuanto se puede conjeturar humanamente, creo que ha de durar para siempre. Han sido eliminadas en ella las raíces de la ambición y las disensiones. No hay por lo mismo peligro de disturbios internos, que en más de una ocasión han echado por tierra las ciudades más ricas y sólidas. Lograda esta armonía interior y gracias a sus magníficas organizaciones la envidia de los reyes vecinos no ha sido capaz de derribar esta república ni aun siquiera conmoverla, caso que inútilmente intentaron ya algunas veces en tiempos antiguos.
Al terminar de hablar Rafael, me vinieron a la mente no pocas reflexiones sobre cosas que me parecían absurdas en sus leyes e instituciones. Por ejemplo, su modo de entender la guerra, sus creencias y religión y otros muchos ritos. Pero, sobre todo, lo que está en la base de todo ello, es decir, su vida y gastos comunes sin intervención alguna del dinero. Con ello se destruye la raíz de la nobleza, la magnificencia y el lujo, y la grandeza, cosas que en el común sentir constituyen el decoro y el esplendor de un Estado. Me di cuenta, sin embargo, que estaba bastante cansado de tanto hablar. No sabia, por otra parte, si aguantarla que opinásemos en contra de sus teorías, máxime que a lo largo de su relato ya se había manifestado contra quienes piensan no ser suficientemente discretos si no critican las invenciones ajenas. Así pues, le cogí de la mano y tras alabar su exposición y las costumbres de los utopianos le introduje en la casa para cenar. Le dije que tendríamos tiempo de discurrir con más profundidad sobre estos temas y discutir más Profusamente. ¡Ojalá. que algún día pueda realizarlo!
Thomas More, conocido por la castellanización de su nombre como Tomás Moro y en latíncomo Thomas Morus (Londres, 7 de febrero de 1478 – ibídem, 6 de julio de 1535), fue un pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor,Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es Utopía donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre.
El concepto utopía designa la proyección humana de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, ejerciendo así una crítica sobre éste. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia, donde Utopía es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro.
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