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sábado, 10 de diciembre de 2011

JOAN MANUEL SERRAT , TRES POEMAS A LA VIDA

1-  DE VEZ EN CUANDO  LA  VIDA


JOAN  M. SERRAT.
De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega
como un atlas,
nos pasea por las calles
en volandas,

y nos sentimos en buenas manos;
se hace de nuestra medida,
toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.

De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que
da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.

De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.

De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.

De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.



11*  DOY   FE   DE  VIDA


Desde mis ojos que miran,
desde mis manos que tocan,
desde mi lengua y mi boca.
doy fe de vida,
de vida por todas partes
de vida por dondequiera
de cualquier modo y manera
a pesar de los pesares

Vida,
Vida de mi vida,
Vida que da Vida
Vida
Vida que acecha
Vida que se ríe
Vida que besa
Vida
Vida bienvenida
Vida que convida
Vida
Vida que duele
Vida que mata
Vida que muere
Vida
Vida compañera
Vida por bandera
Vida

desde los sueños pendientes
y los fracasos cumplidos
la memoria y el olvida
dan fe de vida
En las luces y en las sombras
con su miel y su vinagre
a mi espejo miserable
viene a mirarse la vida.


111*  RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que no quiero recordar.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomin he sido
-- ya conocéis mi torpe aliño indumentario --
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-- quien habla solo espera hablar a Dios un día --
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; me debéis cuanto escribo
a mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y está al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.



  CON SERRAT  HE  NAVEGADO POR  LOS MARES  DEL  TIEMPO  DESDE  MI  ADOLECENCIA  HASTA HOY , VIVIENDO  CADA  VERSOS  DE  SUS  POESIA  Y  SUS  POETAS...SILVANDO  CADA  CACION  Y  ASPIRANDO  EL SU NECTAR  , ENDEREZANDO CAMINOS  Y  TORCIENDO  VEREDAS  ,  ELEVANDO  A  VERDAD  Y  SEGREAGNDO LIBERTAD  EN CADA  PASO  , CONOCIENDO  DE  LAS FLORES , LA  SOCIEADES  Y  VIVENCIAS   Y  TODOS  LO  QUE  INMACULADAMENTE Y  FECUNDA  CARRERA  PERFUMARON  CON EL SABER  SABER  DE SUS  LETRAS  ...PARA  MI POETA  DEL  MIL  ESTRELAS  ...CANTAUTOR  DE  CIEN  VERDADES....TOVADOR  DE  LOS  CAMINO DE JUSTICIA Y  PAZ ( NO  GUERRA)  QUE  ESTA  TIERRA  NECESITA.

jueves, 1 de diciembre de 2011

CUENTO DEL MARQUE DE SADE




El Sacerdote: Llegado el instante fatal en que el velo de la ilusión sólo se desgarra para dejar al hombre reducido al cuadro cruel de sus errores y sus vicios, ¿no te arrepientes, hijo mío, de los múltiples desórdenes a los que te condujo la humana debilidad y fragilidad?
El Moribundo: Sí, amigo mío, me arrepiento.
El Sacerdote: Pues bien, aprovecha estos remordimientos felices para obtener del cielo, en este corto intervalo, la absolución general de tus faltas, y piensa que es por la mediación del santísimo sacramento de la penitencia que te será posible obtenerla del Eterno.
El Moribundo: No nos comprendemos.
El Sacerdote: ¡Cómo!
El Moribundo: Te he dicho que me arrepentía.
El Sacerdote: Así lo oí.
El Moribundo: Sí, pero sin comprenderlo.
El Sacerdote: ¿Qué interpretación?....
El Moribundo: Ésta... Creado por la naturaleza con inclinaciones ardorosas, con pasiones fortísimas, únicamente colocado en este mundo para entregarme a ellas y para satisfacerlas, y estos efectos de mi creación no siendo más que necesidades relativas a las primeras vistas de la naturaleza, o, si lo prefieres, sólo derivaciones esenciales de sus proyectos sobre mí, todos en razón de sus leyes, sólo me arrepiento de no haber reconocido bastante su omnipotencia, y mis únicos remordimientos sólo se refieren al mediocre uso que hice de las facultades (criminales según tú, según yo muy simples) que ella me había dado para servirla. La he resistido algunas veces, de eso me arrepiento. Cegado por tus sistemas absurdos, con ellos combatí toda la violencia de los deseos que había recibido de una inspiración más que divina, de eso me arrepiento. Coseché sólo flores cuando pude hacer una amplia cosecha de frutos... Estos son los justos motivos de mi pesar. Estímame en algo para no atribuirme otros.
El Sacerdote: ¡A dónde te arrastran tus errores, a dónde te conducen tus sofismas! Prestas a la cosa creada todo el poder del creador. ¿No ves que esas desdichadas tendencias que te extravían no son más que efectos de la naturaleza corrompida, a la cual atribuyes toda la potencia?
El Moribundo: Amigo, me parece que tu dialéctica es tan falsa como tu espíritu. Quisiera que razonaras más exactamente o que me dejaras morir en paz. ¿Qué entiendes por creador, y qué entiendes por naturaleza corrompida?
El Sacerdote: El Creador es el dueño del universo, es él quien lo ha hecho todo, lo ha creado todo, y quien conserva todo por un simple efecto de su omnipotencia.
El Moribundo: Es un gran hombre, sin duda. Pues bien, dime por qué este hombre, que es tan poderoso, ha hecho, sin embargo, según tú, una naturaleza corrompida.
El Sacerdote: ¿Cuál hubiera sido el mérito de los hombres si Dios no les hubiere dejado su libre arbitrio, y qué mérito hubiesen tenido para disfrutarlo si no hubiera habido en la tierra la posibilidad de hacer el bien y la de evitar el mal?
El Moribundo: Así, pues, tu dios ha querido hacerlo todo oblicuamente sólo para tentar o probar a su criatura. ¿No la conocía, pues no sospechaba el resultado?
El Sacerdote: Sin duda que la conocía, pero una vez más quería dejarle el mérito de la elección.
El Moribundo: ¿Para qué, desde el momento que sabía el partido que tomaría y sólo dependía de él, ya que le proclamas tan omnipotente, y sólo dependía de él, repito, el hacerla tomar el bueno?
El Sacerdote: ¿Quién puede comprender los designios inmensos e infinitos de Dios con respecto al hombre, y quién puede comprender todo lo que vemos?  
El Moribundo: Aquel que simplifica las cosas, amigo mío, sobre todo aquel que no multiplica las causas para mejor enredar los efectos. ¿Para qué necesitas una segunda dificultad cuando no puedes explicar la primera, y desde el momento en que es posible que la naturaleza haya hecho por sí sola lo que le atribuyes a tu dios, por qué quieres buscarle un amo? La causa de que no comprendas es quizá lo más simple del mundo. Perfecciona tu física y comprenderás mejor la naturaleza, depura tu razón y entonces no tendrás necesidad de tu dios.
El Sacerdote: ¡Desdichado! Sólo te creía sociniano, tenía armas para combatirte, pero veo claramente que eres ateo, y desde el momento en que tu corazón se niega a la inmensidad de las pruebas auténticas que recibimos cada día de la existencia del creador, no tengo nada más que decirte. No se le da luz a un ciego.
El Moribundo: Amigo mío, admite un hecho: de los dos, el más ciego es seguramente aquel que se pone una venda que el que se la arranca. Tú edificas, inventas, multiplicas; yo destruyo, simplifico. Tú agregas error sobre error; yo los combato. ¿Cuál de los dos es el ciego?
El Sacerdote: ¿No crees, pues, en Dios?
El Moribundo: No. Y esto por una simple razón. Es perfectamente imposible creer en lo que no se comprende. Entre la comprensión y la fe deben existir conexiones inmediatas; la comprensión es el primer alimento de la fe; cuando la comprensión no actúa muere la fe, y ésos que en tal caso pretendieran tenerla, mienten. Te desafío a que creas en el dios que me predicas -ya que no sabrías demostrármelo, ya que no está en ti el definírmelo, y, por lo tanto, no lo comprendes- y desde el momento en que no lo comprendes no puedes suministrarme de él ningún argumento razonable, pues, en una palabra, todo lo que está por encima de los límites del espíritu humano es quimera o inutilidad. Si tu dios no puede ser más que una u otra cosa, en el primer caso sería un loco si creyera en él; un imbécil, en el segundo. Amigo mío, pruébame la inercia de la materia y te concederé el creador. Pruébame que la naturaleza no se basta a sí misma y te prometo suponerle un dueño. Hasta entonces, nada esperes de mí, sólo me rindo a la evidencia y sólo la recibo de mis sentidos; dónde ellos se detienen allí mi fe queda sin fuerzas. Creo en el sol porque lo veo, lo concibo como el centro de reunión de toda la materia inflamable de la naturaleza, su marcha periódica me complace sin asombrarme. Es una operación de física, acaso tan simple como la de la electricidad, pero que no nos está permitido comprender. ¿Qué necesidad tengo de ir más lejos? ¿Cuando me hayas levantado los andamios de tu dios por encima de esto, qué habré avanzado? ¿No necesitaré hacer tanto esfuerzo para comprender al obrero como el gastado en definir la obra? Por consiguiente, no me has prestado ningún servicio con la edificación de tu quimera, has turbado mi espíritu sin iluminarlo, y debo odiarte en vez de agradecerte. Tu dios es una máquina que fabricaste para que sirva a tus pasiones, y la has hecho mover a tu capricho, pero desde el momento en que incomoda los míos permíteme que la haya derribado. En el instante en que mi alma débil tiene necesidad de calma y de filosofía no vengas a espantarla con tus sofismas, que la asustarían sin convencerla, que la irritarían sin hacerla mejor. Amigo mío, esta alma es lo que la naturaleza quiso que fuera, es decir, el resultado de los órganos que ha querido formarme en razón de sus designios y de sus necesidades; y como ella tiene una necesidad igual de vicio y de virtud, cuando quiso llevarme hacia el primero así lo ha hecho, cuando ha querido la segunda, me ha inspirado deseos por ella, y me ha entregado a ambos de igual modo. Busca sus leyes como única causa de nuestra inconsecuencia humana, y no busques a sus leyes más principios que su voluntad y su necesidad.
El Sacerdote: Así pues, todo es necesario en el mundo.
El Moribundo: Seguramente.
El Sacerdote: Pues, si todo es necesario, todo está, pues, regulado.
El Moribundo: ¿Quién dice lo contrario?
El Sacerdote: ¿Y quién pudo arreglarlo todo como está si no es una mano omnipotente y sabia?
El Moribundo: ¿No es necesario que la pólvora se inflame cuando se le aplica el fuego?
El Sacerdote: Sí.
El Moribundo: ¿Y qué sabiduría encuentras en eso?
El Sacerdote: Ninguna.
El Moribundo: Es posible, pues, que haya cosas necesarias sin sabiduría, y posible, por consiguiente, que todo derive de una causa primera, sin que haya razón ni sabiduría en esta primera causa.
El Sacerdote: ¿A dónde quieres llegar?
El Moribundo: A probarte que todo puede ser lo que es y lo que no es, sin que ninguna causa sabia y razonable lo conduzca, y que efectos naturales deben tener causas naturales, sin que haya necesidad de suponerle otras antinaturales, como lo sería tu dios, ya que él mismo tendría necesidad de explicación sin suministrar ninguna. Y, por consiguiente, desde que tu dios no es bueno para nada, es perfectamente inútil; y como hay gran probabilidad de que todo lo inútil es nulo y de que todo lo nulo es la nada, así pues, para convencerme de que tu dios es una quimera no tengo necesidad de otro razonamiento fuera del que me suministra la certeza de su inutilidad.
El Sacerdote: Sobre este pie me parece innecesario hablarte de religión.
El Moribundo: ¿Por qué no? Nada me divierte tanto como la prueba del exceso de fanatismo y de la imbecilidad humana sobre este punto. Son extravíos tan prodigiosos que el cuadro, aunque horrible, a mi juicio es siempre interesante. Responde con franqueza, y, sobre todo, destierra el egoísmo. Si fuera tan débil que me dejara sorprender por tus ridículos sistemas de la existencia del ser que hace necesaria la religión, ¿bajo cuál forma me aconsejarías que le rindiera culto? ¿Quisieras que adoptara los desvaríos de Confucio mas bien que los absurdos Brahama? ¿Que adorara a la gran serpiente de los negros, al astro de los peruanos o al dios de los ejércitos de Moisés? ¿A cuál de las sectas de Mahoma quisieras que me rindiese? ¿Qué herejía de los cristianos es, a tu juicio, preferible? Cuidado con tu respuesta.
El Sacerdote: ¿Puede ser dudosa?
El Moribundo: Dila, pues, egoísta.
El Sacerdote: No, sería amarte tanto como a mí si te aconsejara lo que yo creo.
El Moribundo: Y es querernos muy poco el escuchar semejantes errores.
El Sacerdote: ¿A quién pueden cegar los milagros de nuestro divino redentor?
El Moribundo: A quien no vea en él sino al más ordinario de todos los bribones y al más vulgar de todos los impostores.
El Sacerdote: ¡Dios, lo escuchas sin descargar tu ira!
El Moribundo: No, amigo mío, todo está en paz porque tu dios, sea por impotencia, sea por razón, o, en fin, por lo que tú quieras, es un ser al que admito por un momento sólo por condescendencia a ti, o, si lo prefieres, para prestarme a tus pequeños designios, porque ese dios, repito, si existiera como tienes la locura de creerlo, no puede, para convencernos, haber tomado los medios tan ridículos como los que tu Jesús supone.
El Sacerdote: ¡Cómo, las profecías, los milagros, los mártires, no son pruebas?
El Moribundo: ¿Cómo quieres, en buena lógica, que pueda recibir como prueba aquello que necesita probarse? Para que la profecía sea una prueba sería necesario, primeramente, que yo tuviera la certidumbre completa de que ha sido hecha; pues, al consignársela en la historia sólo tiene para mi la fuerza de los otros hechos históricos, dudosos en sus tres cuartas partes; y si a esto agrego la apariencia más que verdadera de que me han sido transmitidos por historiadores interesados, estaría, como lo ves, más que en mi derecho para dudar de ellos. ¿Quién me asegura, por otra parte, que esa profecía no ha sido hecha con posterioridad, que no ha sido el efecto de la combinación de la más simple política como la de concebir un reino feliz bajo un rey justo, o la de la helada en invierno? Y si esto es así, ¿cómo quieres que la profecía, al tener tanta necesidad de ser probada, pueda convertirse en prueba? Con respecto a tus milagros, ellos tampoco se me imponen. Todos los bribones los han hecho, y todos los tontos los han creído. Para persuadirme de la verdad de un milagro tendría necesidad de estar muy seguro de que el acontecimiento que tú llamas de esa manera fuera absolutamente contrario a las leyes de la naturaleza, pues sólo lo que está fuera de ella puede pasar por milagro. ¿Y quién la conoce bastante para atreverse a afirmar cuál es precisamente el punto en que se detiene y cuál es el que infringe? Bastan dos cosas para acreditar un pretendido milagro, un titiritero y unas mujerzuelas. Vamos, no busques jamás un origen distinto para los tuyos. Todos los nuevos sectarios los han hecho, y, lo que es más singular, todos encontraron imbéciles para creerles. Tu Jesús no ha hecho algo más singular que Apolonio de Tiana, y, sin embargo, nadie ha pensado en tomar a éste por un dios. En cuanto a tus mártires, éste es el más débil de tus argumentos, sólo falta el entusiasmo y la resistencia para hacer mártires, y mientras la causa opuesta me ofrezca tantos como la tuya, jamás estaré lo suficientemente autorizado para creer a la una mejor que la otra, sino muy inducido, en cambio, a suponer despreciables a ambas. ¡Amigo mío! Si fuera verdad que existe el dios que predicas, ¿tendría necesidad de milagro, mártir o profecía para establecer su imperio? Y si, como dices, el corazón humano fuera su obra, ¿no sería ése el santuario que hubiera elegido para su ley? Esta ley igual, pues emanaría de un dios justo, se encontraría de manera irresistible grabada igualmente en el corazón de todos, y, de un extremo al otro del universo, todos los hombres, al ser semejantes por ese órgano delicado, igualmente serían semejantes por el homenaje que rendirían al dios que le hubiera dado este corazón, no tendrían más que una manera de amarlo, más que una manera de adorarlo y servirlo y tan imposible les sería desconocer ese dios como resistir a la inclinación secreta de su culto. ¿En vez de eso, no veo en el universo tantos dioses como países; tantas maneras de servir a esos dioses como diferentes cabezas o diferentes imaginaciones hay? Esta multiplicidad de opiniones, en la cual físicamente me es imposible elegir, ¿sería, a tu juicio, la obra de un dios justo?. Vamos, predicante, ultrajas a tu dios al presentármelo de esta manera. Déjame negarlo completamente, pues si existiera, entonces le ultrajaría menos mi incredulidad que tus blasfemias. Vuelve a la razón, predicante, tu Jesús no vale más que Mahoma, Mahoma, menos que Moisés, y estos tres, menos que Confucio, quien, sin embargo, dictó algunos buenos principios mientras que los otros tres disparataban. Pero, en general, todos éstos no son más que impostores, de los cuales el filósofo se ha burlado, y a los cuáles la canalla ha creído, y a los cuales la justicia hubiera debido ahorcar. 
El Sacerdote: ¡Ay de mí, sólo lo hizo con uno!
El Moribundo: Era el que más lo merecía. Sedicioso, turbulento, calumniador, bribón, libertino, grosero, farsante y malvado peligroso, poseía el arte de engañar al pueblo y mereció, por lo tanto, el castigo de un reino en el estado en que se encontraba entonces el de Jerusalén. Fueron muy prudentes al deshacerse de él, y es quizás el solo caso en que mis máximas, extremadamente dulces y tolerantes por lo demás, admiten la severidad de Temis. Excuso todos los errores, salvo aquellos que pueden ser peligrosos para el gobierno en que se vive. Los reyes y sus majestades son las únicas cosas que se me imponen, las únicas que respeto, pues quien no ama a su país y a su rey, no es digno de vivir.
El Sacerdote: Pero, en fin, admitirás algo después de esta vida, es imposible que tu espíritu no se haya complacido, algunas veces, en atravesar la espesura tenebrosa de la suerte que nos espera. ¿Qué sistema puede ser más satisfactorio que el de una multitud de penas para quien vivió mal y el de una eternidad de recompensas para quien vivió bien?
El Moribundo: ¿Cuál, amigo mío? El sistema de la nada nunca me ha espantado: es consolador y simple. Todos los otros son obra del orgullo, sólo éste lo es de la razón. Por lo demás, no es ni espantosa ni absoluta esa nada. ¿No tengo ante mi vista el ejemplo de las generaciones y regeneraciones de la naturaleza? Nada perece, amigo mío, nada se destruye en el mundo. Hombre hoy, gusano mañana, pasado mañana mosca, ¿no es siempre existir? ¿Y por qué quieres que me recompensen por virtudes cuyo mérito no tengo, o me castiguen por crímenes cuyo dueño no he sido? ¿Puedes conciliar la bondad de tu pretendido dios con este sistema, y puede él haber querido crearme para darse el placer de castigarme, y esto sólo a consecuencia de una elección de la que no he sido dueño?
El Sacerdote: Lo eres.
El Moribundo: Sí, según tus prejuicios. Pero la razón los destruye. Y el sistema de la libertad humana sólo fue inventado para fabricar el de la gracia que llegó a ser tan favorable a tus desvaríos. ¿Qué hombre en el mundo, si viera el patíbulo junto al crimen, lo cometería si fuera libre de no cometerlo? Una fuerza irresistible nos arrastra, y ni por un instante somos dueños de determinarnos por nada que no esté del lado hacia el cual nos inclinamos. No hay una sola virtud que no sea necesaria a la naturaleza; y, reversiblemente, ni un solo crimen del que no tenga necesidad, y toda su ciencia consiste en el perfecto equilibrio en que mantiene a ambos. ¿Podemos ser culpables del lado hacia el que nos arroje? Tanto como la avispa que clava su aguijón en tu piel.
El Sacerdote: Así, pues, ¿los crímenes más grandes no deben inspirarnos ningún espanto?
El Moribundo: No he dicho eso. Basta que la ley lo condene y que la cuchilla de la justicia lo castigue para que nos inspire la aversión o el terror, pero desde que desdichadamente se haya cometido, hay que saber tomar su partido y no entregarse a estériles remordimientos. Su efecto es vano, pues no pudo preservarnos de él; nulo, pues no lo repara. Es absurdo, pues, entregarse a los remordimientos, y más absurdo aun temer el castigo en el otro mundo si somos bastante dichosos de haber escapado al castigo de éste. Dios no quiera que vaya con esto a estimular el crimen, hay que evitarlo tanto como se pueda, pero es por la razón que es necesario huirle, y no por falsos temores que no consiguen nada, y cuyo efecto se destruye tan rápido en un alma firme. La razón, amigo mío; sí, sólo la razón debe advertirnos que perjudicar a nuestros semejantes no puede jamás hacernos felices, y nuestro corazón, que contribuir a su felicidad es lo más grande que la naturaleza nos haya acordado en la tierra. Toda moral humana se encierra en esta sola frase: hacer a los demás tan felices como uno mismo desea serlo, y no causarles nunca. un mal que no quisiéramos recibir. Estos son, amigo mío, estos son los únicos principios que debemos seguir y no hay necesidad de religión ni de dios para apreciarlos y admitirlos: Sólo se necesita un buen corazón. Pero siento que me debilito, predicante. Abandona tus prejuicios, sé hombre, sé humano, sin temor y sin esperanza, abandona tus dioses y tus religiones. Todo esto sólo es bueno para poner cadenas en las manos de los hombres, y el solo nombre de todos estos horrores ha hecho verter más sangre en la tierra que todas las otras guerras y plagas juntas. Renuncia a la idea del otro mundo, no lo hay, pero no renuncies al placer de ser feliz y de hacer la felicidad en éste. Esta es la única manera que te ofrece la naturaleza rara duplicar o extender tu existencia. Amigo mío, la voluptuosidad siempre fue el más querido de mis bienes, le he ofrecido incienso toda mi vida, y quiero terminarla en sus brazos. Mi fin se aproxima. Seis mujeres más bellas que el día están en el cuarto vecino, las reservaba para este momento. Toma de ellas tu parte, trata de olvidar en su seno, a ejemplo mío, todos los vanos sofismas de la superstición y todo los imbéciles errores de la hipocresía.
Nota: El moribundo llamó, las mujeres entraron y el predicante se convirtió en sus brazos en un hombre corrompido por la naturaleza, por no haber sabido explicar lo que era la naturaleza corrompida.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Confieso PABLO.. que he vivido...NERUDA en chile


Mi pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo. De los desiertos del salitre, de las minas
submarinas del carbón, de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las
manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador  de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la
presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador  Allende para que realizara reformas y medidas de
justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.
Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y elogiaron el
extraordinario pluralismo de nuestro gobierno. jamás en la historia de la sede de las Naciones Unidas, en
Nueva York, se escuchó una ovación como la que le brindaron al presidente de Chile los delegados de todo
el mundo. Aquí,
 en Chile, se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad  verdaderamente justa, elevada sobre la base de nuestra soberanía, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes de Chile.

 De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la constitución y la ley, la democracia y la esperanza. .Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y  polichinelas, payasos a granel, terroristas de
pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados. Unos y otros daban vueltas en el carrusel del
despacho. Iban tomados de la mano el fascista Jarpa con sus sobrinos de "Patria y Libertad", dispuestos a
romperle la cabeza y el alma a cuanto existe,  con tal de recuperar la gran hacienda que ellos llamaban
Chile. Junto con ellos, para amenizar la farándula, danzaba un gran banquero y bailarín, algo manchado de
sangre; era el campeón de rumba González Videla, que rumbeando entregó hace tiempo su partido a los
enemigos del pueblo........


Chile tiene una larga historia civil con pocas revoluciones y muchos gobiernos estables, 
conservadores y mediocres. Muchos presidentes chicos y sólo  dos presidentes grandes: Balmaceda y 
Allende.
Es curioso que los dos provinieran del mismo medio, de la burguesía adinerada, que aquí se hace
llamar aristocracia. Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras.

Allende fue asesinado por haber nacionalizado la otra riqueza del subsuelo chileno, el cobre. En
ambos casos la oligarquía chilena organizó revoluciones sangrientas. En ambos casos los militares hicieron
de jauría. Las compañías inglesas en la ocasión  de Balmaceda, las norteamericanas en la ocasión de
Allende, fomentaron y sufragaron estos movimientos militares.
En ambos casos las casas de los presidentes fueron desvalijadas por órdenes de nuestros
distinguidos "aristócratas". Los salones de Balmaceda fueron destruidos a hachazos. La casa de Allende,
gracias al progreso del mundo, fue bombardeada desde el aire por nuestros heroicos aviadores.


Sin embargo, estos dos hombres fueron muy diferentes. Balmaceda fue un orador cautivante. Tenía
una complexión imperiosa que lo acercaba más y más al mando unipersonal. Estaba seguro de la elevación
de sus propósitos. En todo instante se vio rodeado de enemigos. Su superioridad sobre el medio en que
vivía era tan grande, y tan grande su soledad, que concluyó por reconcentrarse en sí mismo. El pueblo que
debía ayudarle no existía como fuerza, es decir, no estaba organizado. Aquel presidente estaba condenado
a conducirse como un iluminado, como un soñador: su sueño de grandeza se quedó en sueño.

Después de su asesinato, los rapaces mercaderes extranjeros  y los parlamentarios criollos entraron en posesión del salitre: para los extranjeros, la propiedad y las concesiones; para los criollos, las coimas. Recibidos los treinta dineros, todo volvió a su normalidad. La sangre de unos cuantos miles de hombres del pueblo se  secó pronto en los campos de batalla. Los obreros más explotados del mundo, los de las regiones del norte de Chile, no cesaron de producir inmensas cantidades de libras esterlinas para la city de Londres.

Allende nunca fue un gran orador. Y como estadista era un gobernante que consultaba todas sus
medidas. Fue el antidictador, el demócrata principista hasta en los menores detalles. Le tocó un país que ya
no era el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabía de qué se trataba.
Allende era un dirigente colectivo; un hombre que, sin salir de las clases populares, era un producto de la
lucha de esas clases contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales causas y
razones, la obra que realizó Allende en tan corto tiempo es superior a la de Balmaceda; más aún, es la más
importante en la historia de Chile. Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos
objetivos más que se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva.
Las obras y los hechos de Allende, de imborrable  valor nacional, enfurecieron a los enemigos de
nuestra liberación. El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo del palacio de gobierno;
uno evoca la Blitz krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas,
rusas; ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chilenos atacaban en picada el palacio que durante
dos siglos fue el centro de la vida civil del país.
Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a  sólo tres días de los hechos incalificables que
llevaron a la muerte a mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se Mantuvo en silencio; fue
enterrado secretamente—sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver. La versión de
los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras visibles de suicidio. La versión que ha sido
publicada en el extranjero es diferente. A renglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los
tanques, muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el presidente de la república de Confieso que he vivido.
Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su gran corazón envuelto
en humo y llamas. Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque jamás renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado  secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la  sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en  sí misma todo el dolor del mundo.
Aquella  gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile.



EN  VOZ  DE  NERUDA   EN  NOVIEMBRE TE  RECUERDO  EN  ESTE   39  ANIVERSARIO   DE  ASENSO   AL   GOBIERNO  "  PRESIDENTE  SALVADOR  ALLENDE ...."  EN  CHILE   SIGUE  SIENDO  LA  MISMA   LUCHA : POR  LA  DEMOCRACIA, LA EDUCACIÓN  Y  LA LIBERTAD.   ....ALLENDE  ,  NERUDA  , TUS  ESTUDIANTES Y  HOMBRES   ,NOS RECUERDAN  QUE   EL  PUEBLO  SIEMPRE  NOS  BRINDA  LOS  HÉROES  QUE ENCARNARAN  LAS   CIRCUNTACIAS  PARA  LLEGAR  A  LAS JUSTAS  METAS  QUE  ANCIAMOS  DESDE  SIEMPRE   .... AQUI  SANTO DOMINGO  ,   4%  A LA  EDUCACIÓN, LIBERTAD ...DESARROLLO  SOMOS  HERMANOS  EN LAS  NECESIDADES COMO  EL  CHILE   DE  LA  PAZ, DE   LAS MINAS Y  LA  JUSTICIA ...DE  ALLENDE.



martes, 15 de noviembre de 2011

vida. asi es asi: luis enrique


Para algunos los días de lluvia son fríos y tristes,
para mi tiene todo el calor que su cuerpo me da,
para Adán el pecado mas grande fue aquella manzana,
para Eva las ganas enormes de hacerlo pecar,
para algunos la muerte es un golpe fatal y terrible
para otros tan solo un boleto a la libertad
el que lleva dinero le pide al señor que le cuide,
y el que roba le pide al señor que le deje robar.


Así es la vida, así de irónica,
unos llevan a cuesta la cruz que otro debe cargar.
Así es la vida, así de ilógica
cada quien tiene al fin una historia que hablar o callar
así es la vida ,así...

Hay quien pasa su vida en el fondo de una botella,
hay quien piensa que inflando sus venas podría volar,
esa no es la manera mas sabía de hallar la respuesta,
no es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar.

Así es la vida, así de irónica,
unos llevan a cuesta la cruz que otro debe cargar,
Así es la vida así de ilógica,
cada quien tiene al fin una historia que hablar o callar,
así es la vida, asiii

En un beso se puede expresar el amor más profundo,
con un beso judas Izcariote a cristo vendió,
y me urge saber por que siempre a los pobres del mundo
acá abajo en la tierra jamás se les presta atención,

Así es la vida, asi de irónica de ilógica de drástica..

Coro: Asi es la vida.. La vida.. Así de irónica

Ay muchos que sufren cargando la cruz
óyeme bien que otros deben llevar.
Y aun que se hace difícil aceptar tantas cosas
todo tiene razón de ser.
Enfréntala, a veces cruel y dramática
o a veces linda y mágica todo es parte de esta vida.

Así, yo creo en causa y efecto,
soy de los que piensan que al que hace mal
con la misma moneda le paga la vida.

Por que si buscamos la libertad
de pronto nos vemos en guerras
por políticas nada más.


Disfruta de lo que tienes sin pensar
en lo que no te ha llegado
de eso  otro se encargara.

Algunos inflan sus venas buscando un a respuesta
y tienen un triste final.
Así de irónica de ilógica
de drástica simplemente es la vida.

lunes, 14 de noviembre de 2011

ORO SUCIO , ORO PROHIBIDO Y EL MUNDO




El oro prohibido



Humberto Kadomoto aporta hoy nuevos elementos a la discusión sobre los, emprendimientos mineros y da una larga lista de países del mundo donde están prohibidos. Además sostiene que la lucha de los pueblos contra las explotaciones es tan legal como legítima.

¿ Por que seguir destruyendo el planeta y el modo de vida de comunidades enteras en función del beneficio económico de unas pocas empresas transnacionales ? 

Vamos a aportar 

. En primer lugar, insisto en que estamos hablando de ORO... 

¿ Por qué ? Voy a citar datos ya conocidos por quienes participan activamente de este debate. En primer lugar sabemos que el 85% de la producción anual de oro termina formando parte de alhajas. También tenemos datos estadísticos y comprobables que existe suficiente oro disponible que ya ha sido extraído de los yacimientos como para abastecer las necesidades de este mineral. De hecho, las reservas de los bancos y las instituciones financieras internacionales mantienen más de 34.000 toneladas de oro (cantidad equivalente a un cuarto del oro extraído en la historia). Preguntamos: ¿ por que seguir destruyendo el planeta y el modo de vida de comunidades enteras en función del beneficio económico de unas pocas empresas transnacionales ? 

Desde el comienzo de los tiempos, el oro ha sido considerado un metal interesante por su inviolabilidad química, pero, a diferencia de otros metales preciosos como plata o platino, el oro nunca ha sido empleado ampliamente por industria alguna. Gracias a las nuevas cerámicas, el oro está siendo reemplazado en los tratamientos odontológicos e incluso en los chips de computadoras. A partir del siglo 19, el oro ha sido empleado para respaldar el valor del dinero. Como resultado de esto, gran parte del oro existente en el mundo se almacena en los tesoros de los bancos nacionales. Esto ha ido cambiando y algunos países han vendido oro de sus bancos. Según la revista The Economist el oro es el "combustible gastado de un sistema monetario obsoleto". 

Bien, ahora debemos contemplar el hecho de que la minería de oro a gran escala tiene un importante impacto ambiental y social. Este mineral se distingue por dos cosas, su producción en cantidades muy pequeñas y la enorme alteración ambiental que genera su extracción. En 1991, la producción de 2.445 toneladas de oro requería la remoción y el procesamiento de más de 741 millones de toneladas de mineral. En la dimensión del daño ocasionado por tonelada de metal producido, nada puede igualar al oro. Cada tonelada de oro requiere el procesamiento de 300.000 toneladas de mineral, el equivalente a una pequeña montaña. 

¿ Seremos cómplices ?: 

Estas empresas mineras transnacionales están buscando activamente paraísos de contaminación en el Tercer Mundo. ¿ Por qué ? Las regulaciones ambientales más estrictas y la firme oposición de las comunidades han colaborado a la rápida expansión de las compañías por acá cerca (y en todo lados). Vale citar ejemplos de los lugares del mundo que ya prohibieron este tipo de minería, como ,Turquía, desde el año 1997, Estado de Montana, Estados Unidos desde el año 1998, República Checa desde el año 2000, Nueva Gales del Sur, Australia, desde el año 2000, Ciudad Cotacachi, Ecuador, desde el año 2000, Ciudad Gunnison, Colorado, Estados Unidos; desde el año 2001, República de Costa Rica, desde el año 2002, Ciudad de Costilla , Colorado, Estados Unidos, desde el año 2002, República de Alemania, desde el año 2002, Provincia del Chubut, Argentina desde el año 2003, Ciudad de Summit, Colorado, Estados Unidos, desde Marzo de 2004. Existen numeroso emprendimientos en el mundo que se encuentran paralizados por la oposición de las poblaciones. Los casos más resonantes han surgido en Perú y Honduras. 

Las comunidades de los países desarrollados dieron un claro ejemplo hace apenas 30 días en EEUU con el lanzamiento de la campaña ORO SUCIO que solicitaba a los ciudadanos no regalar objetos de oro para el día de la madre. Daban como ejemplo, las alianzas de oro empleadas por las parejas para sellar su compromiso requieren el procesamiento de toneladas de mineral, seguramente por el método de lixiviación con cianuro. Según el Worldwatch Institute, para crear un par de alianzas de oro, el mineral procesado equivaldría a una cava ( HOYO) en el suelo de 3,05 m de largo, 1,80 m de ancho y 1,80 m de profundidad. Nadie está dispuesto en el mundo a canjear ORO por AGUA, SALUD, AMBIENTE, VIDA

¿ Es legal la lucha? 

Por último, y en cuanto a las leyes en las que tanto se amparan las mineras y sus ocasionales cómplices del gobierno debo recordarles que "Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano pero también tiene el deber de su conservación en defensa del interés común sin comprometer a las generaciones futuras. Esta lucha ES LEGAL, pero fundamentalmente es LEGITIMA porque tiene como base la decisión de las comunidades involucradas. 

Como patagónico nacido en Junín de los Andes, Neuquén y habitante desde hace 18 años en Esquel, Chubut, no estoy dispuesto a aceptar un nuevos saqueo ni a pagar ORO con VIDA. 

Humberto Kadomoto
17.823.940 -
Esquel, Chubut



EL SUR TAMBIEN EXISTE

EL  SUR   TAMBIEN   EXISTE....

Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirena
sus cielos de neón
sus ventas navideñas
su culto de Dios Padre
y de las charreteras
      con sus llaves del reino
      el Norte es el que ordena

pero aquí abajo, abajo
el hambre disponible
recurre al fruto amargo
de lo que otros deciden

                    mientras el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el Norte no prohibe.
      Con su esperanza dura
      el Sur también existe.

Con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de Chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa.
      Con su gesta invasora

      el Norte es el que ordena.

Pero aquí abajo, abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse

aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve.
      Con su fe veterana
      el Sur también existe.

Con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
      con todos sus laureles
      el Norte es el que ordena.

Pero aquí abajo, abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
      que todo el mundo sepa
      que el Sur,
      que el Sur también existe
AUTOR:  MARIO   BENEDETTI...URUGUAYO  2001


NO   TODO  LO  QUE  VIENE  DEL   NORTE    ES  BUENO ,  LAS  COSAS   SON UTILES, SANA   Y  BUENA  POR  LOS  QUE  HACEN,  AQUIEN  SIRVEN  NO POR  SU  PROCEDENCIA,POR   EJEMPLO  LOS  VICIOS, LA DELICUENCIA, LA LEY ,LA  SOCIEDAD  NO  SON  BUENAS  O  MALAS  POR LOS  PREJUCIOS , AMBICIONES  Y/O VENTAJAS  SINO  PÒR  SABER   A  QUIENES  SIRVEN ,  COMO SE  DISTRIBUYE  LA  RIQUEZA en la  sociedad ,  ES REAMENTE  EL  HUMANO  Y  LA  TIERRA SUS OBJETIVO... SOLO  ES  EL  INTERES  DE PEQUEÑOS  DUEÑOS, QUE  SIGUEN  TOMANDO  LO  QUE  CORRESPONDE  A TODO ...entonces  todos   debemos  comprender  que son  referencias  y  no  verdades  los  titulos   y  esta  forma  de sentir  y  vivir  tiene  en  muchas  formas  sus  verdades  y  todo el  sabe   que  el sur  tambien  existes  y  tenemos  el mismo  derecho  en este pequeño  globo  llamado  tierra...

viernes, 11 de noviembre de 2011

TOMAS MORO...UTOPIA CONCLUCIONES

Abominan la guerra con todo corazón. La consideran bestial, aunque ninguna bestia recurre a ella con tanta frecuencia como el hombre
En otras repúblicas todo el mundo sabe que si uno no se preocupa de sí se moriría de hambre, aunque el Estado sea floreciente. Eso le lleva a pensar y obrar de forma que se interese por sus cosas y descuide las cosas del Estado, es decir, de los otros ciudadanos. En Utopía, como todo es de todos, nunca faltará nada a nadie mientras todos estén preocupados de que los graneros del Estado estén llenos. Todo se distribuye con equidad, no hay pobres ni mendigos y aunque nadie posee nada todos sin embargo son ricos. ¿Puede haber alegría mayor ni mayor riqueza que vivir felices sin preocupaciones ni cuidados? Nadie tiene que angustiarse por su sustento, ni aguantar las lamentaciones y cuitas de la mujer, ni afligirse por la pobreza del hijo o la dote de la hija. Afrontan con optimismo y miran felices el porvenir seguro de su mujer, de sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y de la más dilatada descendencia. Ventajas que alcanzan por igual a quienes antes trabajaron y ahora están en el retito y la impotencia como a los que trabajan actualmente.....


¿No es injusta una sociedad que se vuelca con los llamados nobles, los manipuladores y los traficantes de cosas inútiles, aduladores y perezosos? Por el contrario deja en el olvido a los labradores, los carboneros, los braceros, - caballerizos y obreros sin cuyo trabajo no puede subsistir la república ni obtenerse bien alguno. ¿No es injusto abusar de su trabajo cuando están en pleno vigor y cuando el peso de los años, las privaciones y la enfermedad cae sobre ellos, condenarles a una muerte miserable sin tener en cuenta sus muchos desvelos y trabajos? ¿Qué podemos pensar de esos ricos que diariamente expolian al pobre? En realidad lo hacen al amparo, no de sus propias maquinaciones, sino amparándose en las mismas leyes. De esta manera, si antes parecía una injusticia no recompensar debidamente a quienes lealmente lo habían servido, estos tales se han ingeniado para sancionar legalmente esta injusticia con lo que la república viene a ser más aborrecida....


Pero estos hombres despreciables que con su rapiña insaciable se apoderan de unos bienes que hubieran sido suficientes para hacer felices a la comunidad, están bien lejos de conseguir la felicidad que reina en la república utopiana. Allí la costumbre ha eliminado la avaricia y el dinero, y con ellos cantidad de preocupaciones y el origen de multitud de crímenes. Pues todos sabemos que el engaño, el robo, el hurto, las riñas, las reyertas, las palabras groseras, los insultos, los motines, los asesinatos, las traiciones, los envenenamientos son cosas que se pueden castigar con escarmientos, pero que no se pueden evitar. Por el contrario las elimina de raíz la desaparición del dinero que elimina al mismo tiempo el miedo, la inquietud, la preocupación y el sobresalto. La misma pobreza que parece que se basa en la falta de dinero, desaparece desde el momento en que aquel pierde su dominio...


Quiero poner esto en claro con un ejemplo que vamos a examinar. Pensemos en un año malo y de poca cosecha en el. cual han perecido de hambre miles de hombres. Estoy seguro que, si al cabo de esta catástrofe se abren los graneros de los ricos, se encuentra en ellos tanta cantidad de grano que si se hubiera repartido entre todas las víctimas de la peste y el hambre no se habría enterado nadie de los rigores de la tierra ni del cielo. Nada más sencillo que alimentar a la humanidad. Pero el bendito dinero, inventado para lograr más fácilmente el camino del bienestar, es el cerrojo más duro que cierra la puerta del mismo.


Mucho me alegra que esta forma de gobierno que yo quisiera que la tuvieran todos, la hayan conseguido al menos los utopianos. Basados en las instituciones que he descrito han fundado una república que se desarrolla no sólo prósperamente sino que, en cuanto se puede conjeturar humanamente, creo que ha de durar para siempre. Han sido eliminadas en ella las raíces de la ambición y las disensiones. No hay por lo mismo peligro de disturbios internos, que en más de una ocasión han echado por tierra las ciudades más ricas y sólidas. Lograda esta armonía interior y gracias a sus magníficas organizaciones la envidia de los reyes vecinos no ha sido capaz de derribar esta república ni aun siquiera conmoverla, caso que inútilmente intentaron ya algunas veces en tiempos antiguos.


Al terminar de hablar Rafael, me vinieron a la mente no pocas reflexiones sobre cosas que me parecían absurdas en sus leyes e instituciones. Por ejemplo, su modo de entender la guerra, sus creencias y religión y otros muchos ritos. Pero, sobre todo, lo que está en la base de todo ello, es decir, su vida y gastos comunes sin intervención alguna del dinero. Con ello se destruye la raíz de la nobleza, la magnificencia y el lujo, y la grandeza, cosas que en el común sentir constituyen el decoro y el esplendor de un Estado. Me di cuenta, sin embargo, que estaba bastante cansado de tanto hablar. No sabia, por otra parte, si aguantarla que opinásemos en contra de sus teorías, máxime que a lo largo de su relato ya se había manifestado contra quienes piensan no ser suficientemente discretos si no critican las invenciones ajenas. Así pues, le cogí de la mano y tras alabar su exposición y las costumbres de los utopianos le introduje en la casa para cenar. Le dije que tendríamos tiempo de discurrir con más profundidad sobre estos temas y discutir más Profusamente. ¡Ojalá. que algún día pueda realizarlo!

Thomas More, conocido por la castellanización de su nombre como Tomás Moro y en latíncomo Thomas Morus (Londres7 de febrero de 1478 – ibídem, 6 de julio de 1535), fue un pensador, teólogopolíticohumanista y escritor inglés, que fue además poetatraductor,Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es Utopía donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre.
El concepto utopía designa la proyección humana de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, ejerciendo así una crítica sobre éste. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia, donde Utopía es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro. 



martes, 8 de noviembre de 2011

definiciones del ARTE


LEÓN  TOLSTOI

Mallarmé, declara abiertamente que el encanto de la poesía consiste en adivinar su sentido, pues todo poema debe contener un enigma.....

Qué es, pues, el arte, considerado fuera de esa concepción de la belleza que sólo sirve para embrollar inútilmente el problema? Las únicas definiciones del arte que demuestran un esfuerzo para substraerse a esa concepción de la belleza, son las siguientes:
1º, según Schiller, Darwin y Spencer, el arte es una actividad que tienen hasta los animales y que resulta del instinto sexual y del instinto de los juegos;
2º, según Verón, el arte es la manifestación externa de emociones internas, producida por medio de líneas, de colores, de movimientos, de sonidos o de palabras;
3º, según Sully, el arte es la producción de un objeto permanente o de una acción pasajera, propias para procurar a su productor un goce activo y hacer nacer una impresión agradable en cierto número de espectadores o de oyentes, dejando aparte toda consideración de utilidad práctica.
Aunque superiores a las definiciones metafísicas que fundan el arte sobre la belleza, estas tres definiciones tampoco son exactas.
La primera es inexacta porque, en vez de ocuparse de la actividad artística propiamente dicha, sólo trata de los orígenes de esta actividad. La adición propuesta por Grant Allen también es inexacta, porque la excitación nerviosa que cita se manifiesta en otras formas de actividad humana, además de la actividad artística, y esto es lo que ha producido el error de las nuevas teorías estéticas, elevando al linaje de arte la confección de hermosos vestidos, de suaves perfumes o de guisos agradables.
La definición de Verón, según la cual el arte expresa las emociones, es inexacta, porque un hombre puede expresar sus emociones por medio de líneas, de sonidos, de colores o de palabras, sin que su expresión obre sobre otros; y en tal caso, no sería nunca una expresión artística.
La de Sully es inexacta, porque se extiende desde los ejercicios acrobáticos al arte, mientras hay, por el contrario, productos que pueden ser arte sin dar sensaciones agradables a su productor ni al público; así ocurre con las escenas patéticas o dolorosas de un poema o de un drama.
La inexactitud de todas estas afirmaciones procede de que todas, sin excepción, lo mismo que las metafísicas, cuidan sólo del placer que el arte puede producir, y no del papel que puede y debe desempeñar en la vida del hombre y de la humanidad.
Para dar la definición correcta del arte, es pues, innecesario ante todo, cesar de ver en él un manantial de placer, y considerarle como una de las condiciones de la vida humana. Si se considera así, se advierte que el arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres.
Toda obra de arte, pone en relación el hombre a quien se dirige con el que la produjo, y con todos los hombres que simultánea, anterior o posteriormente, reciben impresión de ella. La palabra que transmite los pensamientos de los hombres, es un lazo de unión entre ellos; lo mismo le ocurre al arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus pensamientos, mientras que, por medio del arte, solo le transmite sus sentimientos y emociones. La transmisión se opera del modo siguiente:
Un hombre cualquiera es capaz de experimentar todos los sentimientos humanos, aunque no sea capaz de expresarlos todos. Pero basta que otro hombre los exprese ante él, para que enseguida los experimente él mismo, aun cuando no los haya experimentado jamás.
Para tomar el ejemplo más sencillo, si un hombre ríe, el hombre que le escucha reír, se siente alegre; si un hombre llora, el que lo ve llorar, se entristece. Si un hombre se irrita o excita, otro hombre, el que lo ve, cae en un estado análogo. Por sus movimientos o por el sonido de su voz expresa un hombre su valor, su resignación, su tristeza; y estos sentimientos se transmiten a los que le ven o le oyen. Un hombre expresa su padecimiento por medio de suspiros y sonidos, y su dolor se transmite a los que la escuchan. Lo propio ocurre con otros mil sentimientos.
Sobre esta aptitud del hombre para experimentar los sentimientos que experimenta otro, está fundada la forma de actividad que se llama arte. Pero el arte propiamente dicho no empieza hasta que aquél experimenta una emoción, y queriendo comunicarla a otros, recurre para ello a signos exteriores. Tomamos un ejemplo bien sencillo. Un niño ha tenido miedo de encontrarse con un lobo y explica su encuentro; y para evocar en sus oyentes la emoción que ha experimentado, les describe los objetos que le rodeaban, la selva, el estado de descuido en que se hallaba su espíritu, luego la aparición del lobo, sus movimientos, la distancia que les separaba, etcétera. Todo esto es arte, si el niño, contando su aventura, pasa de nuevo por los sentimientos que experimentó, y si sus oyentes, subyugados por el sonido de su voz, sus ademanes y sus imágenes, experimentan sensación análoga. Hasta si el niño no ha visto jamás un lobo, pero tiene miedo de encontrarlo, y deseando comunicar a otros el miedo que ha sentido, inventa el encuentro con un lobo, y lo cuenta de modo que comunique a sus oyentes el miedo que siente, todo esto será también arte. Arte hay en que un hombre, habiendo experimentado miedo o deseo, en realidad o imaginativamente, exponga sus sentimientos en la tela o en el mármol, de modo que los haga experimentar por otros. Arte hay si un hombre siente o cree sentir emociones de alegría, de tristeza, desesperación, valor o abatimiento, así como la transmisión de una de esas emociones a otros, si expresa todo esto por medio de sonidos que permitan a otros sentir lo que sintió.
Los sentimientos que el artista comunica a otros pueden ser de distinta especie, fuertes o débiles, importantes o insignificantes, buenos o malos; pueden ser de patriotismo, de resignación, de piedad; pueden expresarse por medio de un drama, de una novela, de una pintura, de un baile, de un paisaje, de una fábula. Toda obra que los expresa así es obra de arte.
Desde que los espectadores o los oyentes experimentan los sentimientos que el autor expresa, hay obra de arte.
Evocar en sí mismo un sentimiento ya experimentado y comunicarlo a otros por medio de líneas, colores, imágenes verbales, tal es el objeto propio del arte. Esta es una forma de la actividad humana, que consiste en transmitir a otro los sentimientos de un hombre, consciente y voluntariamente por medio de ciertos signos exteriores. Los metafísicos se engañan viendo en el arte la manifestación de una idea misteriosa de la Belleza o de Dios; el arte tampoco es, como pretenden los tratadistas de estética fisiólogos, un juego en el que el hombre gasta su exceso de energía; tampoco es la expresión de las emociones humanas por signos exteriores; no es tampoco una producción de objetos agradables; menos aún es un placer: es un medio de fraternidad entre los hombres que les une en un mismo sentimiento, y por lo tanto, es indispensable para la vida de la humanidad y para su progreso en el camino de la dicha.
Así como merced a nuestra facultad de expresar los pensamientos por palabras, cada hombre puede saber lo que antes de él ocurrió en el dominio del pensamiento, y puede también en el tiempo presente participar de la actividad de los otros hombres y transmitir a sus contemporáneos y descendientes los pensamientos que recogió y los que él mismo ha producido, así también, merced a nuestra facultad de poder transmitir nuestros sentimientos a los demás por medio del arte, todos los sentimientos experimentados junto a nosotros pueden sernos asequibles, así como los sentimientos experimentados mil años antes que nosotros.
Si no tuviéramos la capacidad de conocer los pensamientos concebidos por hombres que nos precedieron y de trasmitir a otros nuestros propios pensamientos, seríamos como animales salvajes o como Gaspar Hauser, el huérfano de Nuremberg, que, criado en la soledad, tenía a los dieciséis años la inteligencia de un niño. Si no tuviéramos la capacidad de conmovernos con los sentimientos ajenos por medio del arte, seríamos casi más salvajes aún, estaríamos separados uno de otro, nos mostraríamos hostiles a nuestros semejantes. De ahí resulta que el arte es una cosa de las más importantes, tan importante como el mismo lenguaje.
Se nos ha acostumbrado a no comprender bajo el nombre de arte más que lo que oímos y vemos en teatros, conciertos y exposiciones, o lo que leemos en los poemas y novelas. Pero esto no es más que una parte ínfima del arte verdadero, por medio del cual transmitimos a otros nuestra vida interna, o recogemos la vida interna de otros. Toda la existencia humana está llena de obras de arte, desde las canciones que se canta a los niños para dormirlos, hasta las ceremonias religiosas y públicas. Todo es Igualmente arte.
Así como la palabra no obra solamente sobre nosotros en los discursos y los libros, sino también en las conversaciones familiares, así también el arte en el amplio sentido de la palabra impregna nuestra vida entera, y lo que se llama arte en sentido restringido está lejos de ser el conjunto del arte verdadero.

Durante largos siglos, la humanidad sólo se fijó en una porción de esa enorme y diversa actividad artística: en la porción de obras de arte que tenían por objeto la transmisión de sentimientos religiosos. Los hombres negaron importancia a todas las formas del arte que no eran religiosas, a las canciones, bailes, cuentos de hadas, etc.; y únicamente por azar los grandes maestros de la humanidad censuraron ciertas manifestaciones de este arte profano, cuando se les antojaban opuestas a las concepciones religiosas de su tiempo. Así los sabios antiguos, Sócrates, Platón, Aristóteles, entendieron el arte, y así lo entendieron los profetas hebreos y los primeros cristianos, así lo entienden todavía los islamitas, así lo entiende el pueblo en nuestras campiñas rusas. Recuérdese que maestros de la humanidad, Platón, por ejemplo, y naciones enteras como los mahometanos y budistas, han negado a las artes el derecho de existir.
Sin duda esos hombres y esas naciones tenían culpa condenando las artes, que era querer suprimir una cosa que no puede suprimirse, uno de los medios de comunicación más indispensable entre los hombres. Su error era, sin embargo, menor que el que cometen ahora los europeos civilizados favoreciendo las artes con tal que produzcan la belleza, es decir, con tal que procuren placer. Antes se temía que entre las diversas obras de arte hubiera algunas que pudiesen corromper a los hombres, y por impedir su acción deletérea se condenaba el arte; pero hoy el temor de privarse de un placer nimio basta para hacernos favorecer todas las artes, a riesgo de admitir algunas extremadamente peligrosas. Error mucho más grosero que el otro y que produce consecuencias mucho más desastrosas.

Pero si el arte es una actividad que tiene por objeto transmitir de un hombre a otro los sentimientos mejores y más elevados del alma humana,

Suponiendo que esta imposibilidad desapareciera y que se hallara un medio para poner el arte, tal como ahora se entiende, a disposición del pueblo, otra consideración aparece para probar que este arte no puede ser universal: la de que es absolutamente incomprensible para el pueblo. Antes los poetas escribían en latín; ahora las producciones artísticas son tan ininteligibles para la mayoría de los hombres como si estuvieran escritas en sánscrito.

Si las clases trabajadoras pudieran oír, ver y leer lo que forma la esencia del arte contemporáneo (lo que es posible en las ciudades por medio de museos, conciertos populares y bibliotecas), el hombre de esas clases, si no estuviese pervertido y conservase el espíritu de su condición, nada podría comprender de nuestro arte, o si, por casualidad comprendiese algo, ese algo no elevaría su alma, sino que antes bien la pervertiría.

He aquí cómo el critico francés Doumic caracteriza, con gran acierto, las obras de los nuevos escritores: Personifican el cansancio de vivir, el desprecio de la época presente, la nostalgia de otro tiempo visto a través de la ilusión del arte, la afición a la paradoja, la necesidad de singularizarse, la aspiración de los refinados hacia la sencillez, la adoración infantil de lo maravilloso, la seducción enfermiza del ensueño, el desequilibrio de los nervios, el llamamiento exasperado de la sensualidad.


Así, la falta de fe de las clases ricas y la extraña vida que llevan, han hecho que se empobreciera el arte de esas mismas clases, rebajado hasta el punto de expresar tan sólo los sentimientos de vanidad, lujuria y cansancio de la vida.

El número de estos poetas es legión. Y si sólo cito los franceses, es porque ellos están a la cabeza del nuevo movimiento artístico, mientras que el resto de Europa se limita a imitarlos. Además de los que ya se consideran célebres, tales como Baudelaire y Verlaine, he aquí los nombres de algunos otros: Juan Moréas, Carlos Morice, Enrique de Régnier, Carlos Vignier, Adriano Remacle, Renato Ghil, Mauricio Maeterlinck, Remigio de Gourmont, Saint-Pol-Roux-le Magnifique, Jorge Rodenbach, el conde Roberto de Montesquieu-Fezenzac. Estos son los simbolistas y los decadentes; pero también los magos; el Sar Peladán, Pablo Adam, Julio Bois, Papus y otros. Además de esto, podéis leer aún el nombre de ciento cuarenta y un otros, que Doumic menciona en su libro Les Jeunes.

El extranjero....AUTOR 


¿Qué prefieres, di, hombre enigmático? ¿Tu padre, tu madre, tu hermana o tu hermano?


No tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.


¿Tus amigos?


Os servís de una palabra cuyo sentido no conozco.


¿Tu patria?


Ignoro en qué latitud está situada.


¿La belleza?


De buena gana la amaría, diosa e inmortal.


¿El oro?


Lo aborrezco, como vosotros aborrecéis a Dios.


¿Qué es lo que amas entonces, extraordinario extranjero?


¡Amo las nubes ... las nubes que pasan ... allá a lo lejos ... las nubes maravillosas!

El hecho de que, acostumbrado a un arte, resulte yo incapaz de comprender otro, no me da derecho para afirmar que el que yo admiro es el único verdadero, y que el que yo no comprendo es un arte falso y malo. La única conclusión que puedo sacar de este hecho es que el arte es cada vez menos accesible, y que, en su marcha gradual hacia la incomprensibilidad, rebasa el punto en que yo me encuentro.

Pero la afirmación de que el arte puede ser verdadero y ser sin embargo inaccesible para la mayoría de las gentes, resulta un absurdo perfecto, y sus consecuencias son desastrosas para el arte mismo. Es, no obstante, tan común, y ha tomado entre nosotros tal incremento, que conviene insistir en ello para demostrar su falsedad.

Las grandes obras de arte no son grandes sino porque todos pueden comprenderlas perfectamente

El arte difiere de las otras formas de la actividad mental, en que puede obrar sobre los hombres sin tener para nada en cuenta su estado de desarrollo y de educación. El objeto del arte es hacer comprender cosas que en forma de un argumento intelectual no serían asequibles. El hombre que recibe una verdadera impresión artística siente que ya conocía lo que el arte revela, pero que no podrá expresarlo ...

Si el arte de nuestro tiempo es incomprensible para las masas, no es porque sea arte bueno, sino porque es arte malo, o porque nada tiene de arte.

El arte universal surge solamente cuando un hombre, habiendo experimentado una emoción viva, siente la necesidad de transmitirla a otros hombres. El arte profesional de las clases superiores no dimana de un impulso intimo del artista; nace porque en las clases superiores de la sociedad se pide alguna diversión que pagan muy cara. No piden al arte otra cosa que sensaciones de placer, y, esto es lo que el arte procura conseguir.