LOS NADIE Y GALEANO
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, pero no sé dónde
quedó la sangre coagulada, ni si vino familiar alguno
a limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la noche.
Yo los besé, y mi ósculo fue como tilde sonora impar
sobre su frente. Porque aun después del amor
ellos estaban solos sobre la tierra.
Son muchos los hombres humildes, las mujeres humildes.
Yo vi surgir sus rostros como bayonetas al sol de octubre.
Yo palpé sus torsos morenos y relucientes
cuando emergían de los ríos. Yo vi, por una vez,
pero volví la cara atrás, los senos de las doncellas.
Yo conocí los niños desnudos, niños despiertos y virginales como
la primavera,
y sentí cómo se hinchaba el hambre en sus cuerpos plebeyos,
lo mismo, casi lo mismo que siento elevarse la madurez
al morder un fruto.
Yo escribí los nombres
de los humildes sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos
para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre,
cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. Cayeron.
No tenían siquiera una flor o una lanza. Solos rodaron
con sus tumbas desconocidas, con sus huesos anónimos.
Pero dejaron sus almas mondas flotando por los aires.
Las almas que se agolpan en las sangres de las generaciones, y
corren.
Corren a ratos, porque la noche está ahí. Se atisban a ratos,
porque la noche está ahí. Desaparecen luego,
desaparecen como esas lágrimas de abuelo
secadas al descuido con el dorso de la mano
A LOS HÉROES SIN NOMBRE....FEDERICO BERMUDEZ
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
heroicos defensores de nuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste
cumplisteis la orden brava de vuestro capitán;
vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchasteis la heredad,
hallasteis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro capitán.
Cuando el cortante acero del enemigo bando
cebó su torpe furia en vuestra humanidad,
y fuisteis el propicio legado de la tumba,
sin una cruz piadosa ni un ramo funeral,
también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido:
¡tal sólo se oyó el nombre de vuestro capitán!
Y ya, cuando a la cumbre de la soñada gloria
subió la patria ilustre que fue vuestro ideal,
en áureos caracteres la historia un homenaje
rindió a la espada heroica de vuestro capitán.
Dormidos a la sombra del árbol del olvido,
¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está!
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias; en la liza, con sangre fecundáis
el árbol de la fama que da las verdes hojaspara adornar la frente de vuestro capitán...
Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, pero no sé dónde
quedó la sangre coagulada, ni si vino familiar alguno
a limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la noche.
Yo los besé, y mi ósculo fue como tilde sonora impar
sobre su frente. Porque aun después del amor
ellos estaban solos sobre la tierra.
Son muchos los hombres humildes, las mujeres humildes.
Yo vi surgir sus rostros como bayonetas al sol de octubre.
Yo palpé sus torsos morenos y relucientes
cuando emergían de los ríos. Yo vi, por una vez,
pero volví la cara atrás, los senos de las doncellas.
Yo conocí los niños desnudos, niños despiertos y virginales como
la primavera,
y sentí cómo se hinchaba el hambre en sus cuerpos plebeyos,
lo mismo, casi lo mismo que siento elevarse la madurez
al morder un fruto.
Yo escribí los nombres
de los humildes sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos
para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre,
cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. Cayeron.
No tenían siquiera una flor o una lanza. Solos rodaron
con sus tumbas desconocidas, con sus huesos anónimos.
Pero dejaron sus almas mondas flotando por los aires.
Las almas que se agolpan en las sangres de las generaciones, y
corren.
Corren a ratos, porque la noche está ahí. Se atisban a ratos,
porque la noche está ahí. Desaparecen luego,
desaparecen como esas lágrimas de abuelo
secadas al descuido con el dorso de la mano
Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, pero no sé dónde
quedó la sangre coagulada, ni si vino familiar alguno
a limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la noche.
Yo los besé, y mi ósculo fue como tilde sonora impar
sobre su frente. Porque aun después del amor
ellos estaban solos sobre la tierra.
Son muchos los hombres humildes, las mujeres humildes.
Yo vi surgir sus rostros como bayonetas al sol de octubre.
Yo palpé sus torsos morenos y relucientes
cuando emergían de los ríos. Yo vi, por una vez,
pero volví la cara atrás, los senos de las doncellas.
Yo conocí los niños desnudos, niños despiertos y virginales como
la primavera,
y sentí cómo se hinchaba el hambre en sus cuerpos plebeyos,
lo mismo, casi lo mismo que siento elevarse la madurez
al morder un fruto.
Yo escribí los nombres
de los humildes sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos
para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre,
cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. Cayeron.
No tenían siquiera una flor o una lanza. Solos rodaron
con sus tumbas desconocidas, con sus huesos anónimos.
Pero dejaron sus almas mondas flotando por los aires.
Las almas que se agolpan en las sangres de las generaciones, y
corren.
Corren a ratos, porque la noche está ahí. Se atisban a ratos,
porque la noche está ahí. Desaparecen luego,
desaparecen como esas lágrimas de abuelo
secadas al descuido con el dorso de la mano
LOS HUMILDES , FREDDY GASTON ARCE
Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo.
Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, pero no sé dónde
quedó la sangre coagulada, ni si vino familiar alguno
a limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la nocheSon muchos los hombres humildes, las mujeres humildes.....
Yo vi surgir sus rostros como bayonetas al sol de octubre.
Yo palpé sus torsos morenos y relucientes
cuando emergían de los ríos. Yo vi, por una vez,
pero volví la cara atrás, los senos de las doncellas.
Yo conocí los niños desnudos, niños despiertos y virginales como
la primavera,
y sentí cómo se hinchaba el hambre en sus cuerpos plebeyos,
lo mismo, casi lo mismo que siento elevarse la madurez
al morder un fruto.
Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos
para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre,
cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. Cayeron.
No tenían siquiera una flor o una lanza. Solos rodaron
con sus tumbas desconocidas, con sus huesos anónimosLOS HUMILDES LOS NADIES LOS TENGO AQUI, PRESENTE LATIENDO JUNTO A MI CORAZÓN NO PORQUE ES DICIEMBRE Y LA NATIVIDAD ,
NO PORQUE SUFREN, YA QUE ESO LO HACEN SIEMPRE
NO PORQUE AGREGO UN POCO DE ESPERANZA CON MIS PALABRAS, NO PORQUE , SEAN O NO SEAN PARA EL CONTAR O SUMAR DE ALGÚN SISTEMA PODER O CREYENTE .
NO PORQUE PARA MUCHOS Y HASTA PARA ELLOS SEAN SUS PROPIAS MEDIAS VERDADES O LO MAS TRISTE DE ELLAS.
PIENSO EN SOLUCIÓN Y NO VEO MAS QUE ESTA ULTIMA IMAGEN PARA PODER SER Y SEGUIR SIENDO HUMANO POR EJEMPLO...
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